viernes, 29 de octubre de 2010

El yate (sin acotaciones - número 2)

Me compré un yate y me llamaron snob. Un Benetti Classic con 37 metros de eslora, blanco blanquísimo, y rápido como el carajo. Una jodida cáscara de nuez para aguas tranquilas, te subes, te piras rumbo al horizonte y te pierdes en él, y el trozo de mar que elijas es tuyo, así, sin discusión. Si quieres ver peces como si quieres tumbarte a que el sol te acaricie el lomo. Una hamaca en la cubierta, Citadelle con tónica, o Martin Miller’s –que también es una ginebra cojonuda-, chillout directamente en la oreja, y las nubes que bailen para ti. Es lo que te da la vida. La vida en yate me refiero. Pues eso, me lo pillé en un noviembre, pensando ya en el buen tiempo. Anticipándome. Fue tras la jugada de la MSD, así sin más, ¡pah!, casi 300.000 para el bolsillo. Las farmacéuticas es lo que tienen, hoy son un mar de dudas y mañana cuatro cerebritos en un laboratorio dan con un potingue para las arrugas o una pastilla para endurecer el pito y las monedas se convierten en billetes a toda velocidad. Y aquello me lo gané. Ya te digo si me lo gané. Pocos lo hubieran visto pero yo lo hice, lo vi venir y ¡zas!, hasta dentro. Fui a por todas como un superman. Estás hecho todo un tiburón – me dijo Fede, y yo que sí, que sí, que me lo como todo. Lo mejor es que de farmacéuticas sé lo mismo que de bananas o de aluminio, las otras dos cosas con las que me he alicatado el salón con billetes de cien. La cosa es que los gustos cambian, como las preferencias, qué sé yo... Ando ahora..., no sé, como revisando mi mundo, haciendo algunos cambios, aquí y allá. Lo mismo te digo una cosa que te digo otra. A mí ahora me van más otras cosas ¿no sé si me entiendes?
- Bueno, no sé, entenderte…
- Sí, joder, lo que digo es que a uno le gusta cambiar, como con la música… o con las mujeres; hace un año para mí las rusas eran lo más y en el Sandro’s no quería otra cosa. Bueno, con decirte que con una me llegué a medio encoñar un poco…
- ¿Pero qué dices?
- Bueno, a ver, a encoñar, a encoñar… no del todo. Simplemente que quedábamos fuera de horario y eso. Me la llevé a algún viajecito, cenas, cines... mariconadas y cosas así, y al final nada de tarifas ¿entiendes?
- Ya... lo que no veo es a dónde quieres llegar.
- Pues eso, que antes eran las rusas y nada más, y ahora no tengo un plan prefijado: colombianas, rumanas, albanesas… ¡joder!, y género nacional también, que en el cumple de Richi nos levantamos a dos minas que eran de Plasencia, ¡como mi abuela!, no te lo pierdas, pero escucha: una cosa te digo, que no te miento ni un poco: CA-LI-DAD. Así, en letras grandes
- Seguro, seguro, bueno ¿qué es lo que quieres?
- Pues qué voy a querer, nada, charlar un poco, coño, que hace cuánto que no nos veíamos. ¿Cuánto hace: un año, dos….?
- Nos vimos en Navidad
- ¿En Navidad?... Ah, sí, pero eso fue en la cena de Don Emilio, ¿eso es vernos? Además íbamos cocidos, al menos yo, ¿te acuerdas?, porque yo sí que me acuerdo de la churri que trajiste tú, una rubia tremenda con unas peras que
- era mi mujer
- … pero tu mujer... era...
- Era, sí, Patricia. Pero ahora es ésa, se llama Jana. Tú mismo lo has dicho: las cosas cambian. Escucha Valeriano, me dices que me invitas a una copa, y yo digo sí. Escucho tu speech en silencio y me tomo la copa. Me dices ¿quieres otra? y yo digo venga. Otra. Pero ya llevo media hora con tus rollos de yuppie recién coronado y los minutos se me están haciendo de 90 segundos… ¿lo pillas? A ver ¿qué es lo que quieres?
- ¿Me compras el yate?
- ¿Qué?
- El yate, el Benetti, el que te he dicho antes
- Pero Valeriano, tú de qué vas.
- …
- ¿Has ido por Valencia últimamente?
- ¿Por Valencia?... no, pero eso qué
- Pues en Valencia, en el puerto deportivo, están construyendo un espacio de ocio marítimo de la hostia. Seguro que los baños del restaurante son más grandes que tu salón, el que tienes alicatado de billetes. La cola de inversores parece la del INEM, y gente guapa eh, los chicos de Hannover para empezar, y de ahí para arriba. Figúrate, la alcaldesa se abrió de piernas en cuanto vio la maqueta. Los papeleos y las gestiones parecía que llevaban vaselina. ¡Fuuum! En cuatro meses ya estaban las grúas poniendo bloques y las hormigoneras girando.  
- ¡Joder!
- Pues bien, yo de todo ese circo me estoy llevando un poquito, un porcentaje cerdito que no te voy a decir a ti. Sólo quiero que veas el reloj que me regaló el sábado pasado el presidente de la comisión. Mira.
- …
- Y ahora dime, Valeriano, bonito, tú que eres un chico tan listo. ¿De verdad te parezco uno de esos tipos que necesitan un yate? ¿De verdad crees que pillarme otro barco está entre mis prioridades ahora? Un Benetti Classic además, de qué, del 2006, del 2005, de
- el 2003.
- ¡Vaya! ¡Sí que estás hecho un lobo de mar! Mira tío, el día que te apetezca te vienes conmigo y nos damos una vuelta en el barquito del tipo que me dio este reloj –tráete a tu amiga la rusa y un sombrero de marinero si quieres-. Así vas enterándote exactamente de lo que es un yate. Te lo digo porque su primo tiene un astillero en Busán, y es árabe, y no me refiero a esos que van en camello y comparten sus dátiles con los beduinos, me refiero a un árabe de los buenos, de Dubai, de los que tienen en su casa una piscina como el estanque del Retiro.
- Vale, recibido, pero dime una cosa, seguro que conoces a alguien que le pueda interesar.
- Valeriano, no me comprometas. El cuento ése de redecorar tu vida es patético. Es un principio prácticamente indiscutible que cuando uno de los nuestros vende su yate es que está en la jodida ruina. Estar tomándome ahora mismo aquí, contigo, una copa ya me está perjudicando. Sabes que en este club no entra cualquiera. A ti te admitimos hace dos años, cuando lo del pelotazo del aluminio. Perfecto, fuiste el chico de moda, el nuevo terminator de Wall Street. Te di mi móvil privado, me presentaste a tu mujer y a tus dos hijas, y jugamos al golf un par de veces con Don Emilio. Incluso recuerdo haberme reído con tu chiste aquél sobre Zapatero y el pedorro de Lula. Sí, era realmente bueno. Pero nada más, eso no te convierte en mi amigo, y ahora quieres vender tu Benetti. Eso te señala. Así que estate tranquilo, ya no eres un snob, si es lo que te preocupa: no-te-lo-puedes-pagar. Te agradecería que te olvidases de mí.
- Vamos, por favor, sabes que me voy a recuperar. Tengo un contacto en Apple, el tema de las tabletas gráficas se va a revolucionar en breve, no es broma. No puedo darte detalles pero
- Valeriano, para ya. No me vengas con la copla de la mala racha, eso déjaselo a Ronaldo o a David Villa. Nosotros, los samurais, no pasamos malas rachas. Pon tu tartana del 2003 en eBay, igual te lo compra algún pescador noruego. Y ahora, si me disculpas, tengo que hacer una llamada. Gracias por la copa.

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