sábado, 18 de noviembre de 2023

Plebiscito

 




Entre los ventanales amplios que ofrecía el destino

elegía aquel colonizado por la luz silenciosa de las voces.

Entre los trayectos susurrados por los atlas

elegía siempre aquel que dirigiera sus miradas hacia el norte.

Y una vez ya dentro, sabiéndose en el tren articulado de los días

buscaba el lado más occidental de los vagones.

Exploraba la inconmensurable pequeñez de las vivencias

para trasladarla a un frenesí de relatos galdosianos,

dramáticos, reales,

un poco incomprensibles.

Para más tarde, despertando de un sueño sosegado,

conmemorar el perfil erosionado de los ciclos.

Se arropaba con las letras de mil textos

sin dejarse arrastrar por los gritos emanados de los vecinos locos,

pobres alienados,

sabiendo que su espacio cotidiano provenía

de una civilización anciana

creadora de cerámicas,

dibujos, creencias

y de un vaso arqueológico de forma acampanada.

Por eso su memoria escribía en los espejos

retratos de tela

armonías del alma

frenesí de danzas contagiosas

y un mural paternal de selváticos colores.

Al fin, decidió preguntar a sus complejos

qué camino habrían de tomar sus decisiones.

Propuso un plebiscito

vinculante

que arrojó un resultado sorprendente:

vivir sin miedo alguno

mecido por el canto de los libros,

el eco de los lápices

y el caos evanescente

de los ruidos.