domingo, 19 de septiembre de 2021

La niña y el tiempo

 


Vencedora siempre en las liturgias del juego,

rayuela y palmas,

gallinita y comba,

la niña del ocho

va hacia su casa con el tiempo en las manos.

Atraviesa una plaza de adoquines negros

y baja por la calle del mercado antiguo,

ella con su tiempo

y el tiempo en su marco.

Pilla-pilla y saltos,

escondite y suerte.

Tiene siete años

y vive en un bajo sin ventanas al patio.

Duerme con su hermano, su abuelo y sus padres

en un mismo espacio sin un solo cuadro.

Piensa que un reloj divertirá los días,

como si fuera una luz

persiguiendo a la noche

atrapando las horas,

el ratón y el gato.

Lo vio en un solar, solo, junto a un perro.

Lo agarró con fuerza,

acercó su oído

y sintió salir el pálpito

moribundo y tenue

de dos manecillas huecas.  

Policías y ladrones,

cocherito, patata y corro.

Ya llega a su casa,

la niña del ocho

que tiene siete años

y el tiempo en sus manos,

pensando que su vida

tendrá un nuevo pulso,

un nuevo compás

con que entonar su canto:

Chocolate, molinillo

corre, corre, que te pillo.


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