miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sonría, por favor


Llegados a este punto qué podemos añadir. Los debates se quebraron antes del segundo acto, la evidencia se amontona en nuestra puerta y no para de apretar la botonera de los telefonillos: ¿querían pruebas? aquí están.

Los perros oxidados trepan a las farolas y muerden las bombillas apagadas, el aullido de los gatos coincide miméticamente con la sintonía de nuestros telediarios, mientras kilómetros de mosquiteras calcinadas por la luna reflectante envuelven siete hectáreas de árboles frutales con sus sombras arruinadas ya por el canto susurrante de millones de hormigas.

Llegados a este punto, se me ocurre preguntar: quién salvará a los insignes ministros azulados, a los viceconsejeros rotos por un mapa de estadísticas, al concejal de cultura que no atinó con la llave y dejó escapar varios cientos de gusanos, asustados por el agua sin hidrógeno que nos dejó aquel sol anaranjado.

La ignorancia de los mulos es ahora quien diseña el mobiliario del sagrado ateneo, inspirándose sin suerte en las revistas de hojas toscamente troqueladas. Las palabras sin acento visible han metido sus caravanas en la sala principal de las bibliotecas, vociferan las quinielas y caminan en pijama por los estantes vacíos, usando el cuenco de “sugerencias del lector” como orinal para sus emergencias diurnas.

Llegados a este punto -digo yo- sería conveniente reponer a los bomberos en sus cargos, para desatascar (a la mayor brevedad) el puente que conduce a los hayedos, anegado por mil packs de limusinas color sepia, que andan salpicando aceite y gasolina a los geranios afilados de los búhos, que ya no ven tres en un burro, pero no paran de llorar a sus caídos.

Llegados a este punto la costumbre lo es, en parte, todo. Quejarse por quejarse fomenta el mal ambiente, un gesto torcido ensombrece el pan y circo, y la orquesta de emisoras al unísono se desinfla un poco, y sufre, sin nos ve perjudicar nuestra sonrisa con muecas de sollozos dirigidos hacia el púlpito.

Llegados a este punto –y no quiero repetirme- qué podemos añadir.

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